Entre diciembre de 1968 y octubre de 1969, el Asesino del Zodíaco atacó siete personas en el norte de California, matando a cinco de ellas. Por años sembró el terror mandando cartas a los periódicos, en las cuales incluía amenazas y, en códigos que nunca se descifraron por completo, la información sobre quién era. Jamás lo capturaron ni supieron con certeza quién fue…
El Asesino del Zodiaco acechó el norte de California entre diciembre de 1968 y octubre de 1969. En una carta supuestamente suya confesó asesinar a 37 víctimas, aunque las únicas víctimas confirmadas fueron cuatro hombres y tres mujeres, víctimas de las cuales solo dos sobrevivieron para dar evidencias sobre la identidad aún irresuelta de este brillante asesino que, al igual que Jack El Destripador, pasó a la historia por burlar a policías e investigadores.
De este modo, debido a que su identidad se desconoce, es todavía imposible plantear una biografía del asesino. Todo lo que se sabe de él es que es un hombre alto, grueso y corpulento, con anteojos, que tendría entre 20 y 30 años al momento de cometer sus crímenes. También es sabido que posee una gran inteligencia, que casi seguramente es un aficionado a asuntos astrológicos, que conoce de códigos y Criptografía, que tiene un alto grado de egocentrismo y, al igual que muchos otros asesinos seriales, disfruta obteniendo protagonismo y sembrando temor en los demás.
Así pues y ya que no hay una historia biográfica que contar, lo más propicio en el caso de éste asesino será exponer su pequeña pero magistral carrera criminal, no sin antes advertir que, las historias que verán sobre los crímenes cometidos por el Zodíaco, son todas ellas reconstrucciones elaboradas en base a testimonios y a otros elementos de juicio hallados en el curso de las investigaciones efectuadas por detectives, policías, criminalistas y demás expertos.
Jensen y Faraday, las primeras víctimas
Fue un 20 de diciembre de 1968 el día en que tuvo lugar el ataque a Betty Lou Jensen de 16 años y David Arthur Faraday de 17.
Al comienzo, Betty y David estaban juntos en los asientos delanteros del auto de David, estacionados en algún camino apartado de la carretera conocida como Herman Road (Este de Vallejo, California). Era de noche, la calefacción estaba encendida y los asientos reclinados en ángulo de 45. A unos pocos metros del auto yacía la puerta 10 de la estación de bombeo del Lago Herman. La única luz que caía en aquel claro era la luz de la luna, frecuente testigo de las parejas que iban a aquel lugar para fumar marihuana, beber cerveza y hacer otras cosas…
Pero aquella escapada romántica entró al preludio de su final cuando a eso de las 23:05 otro coche pasó por la curva que estaba cerca del auto de David y, en lugar de seguir su camino, se aparcó a unos dos metros. El conductor de aquel auto vestía un anorak (un tipo de chaqueta pesada con capucha) oscuro y llevaba gafas, detalle ciertamente inquietante puesto que era de noche. Pasados unos minutos, el extraño bajó la ventanilla de su coche y solicitó a Betty y David que se bajaran del auto. Ambos se negaron a satisfacer la sospechosa petición y fue entonces cuando el corpulento desconocido salió de su coche, sacó una pistola de su anorak, se acercó a la pareja y, tras mirarlos fijamente un momento, comenzó a acecharlos dándole vueltas al auto.
La situación era aterradora, en parte porque la ventana del copiloto (la de Betty) estaba abierta. Súbitamente el silencio se quebró cuando el hombre del anorak oscuro rompió la ventana posterior derecha de un tiro, tras lo cual dio otro tiro más en la rueda posterior izquierda. Llenos de pánico los jóvenes se apiñaron del lado del copiloto. El corpulento extraño corrió pero Betty ya había logrado salir del vehículo, por lo que momentáneamente se limitó a meter el brazo por la ventana abierta y a ponerle a David la pistola en la oreja. Entonces apretó el gatillo y la bala atravesó horizontalmente la cabeza de David, salpicando de sangre todo el coche a la par que Betty lanzaba un alarido de horror sabiendo que aquel sonido era sinónimo de muerte…
Pese a los ocho metros y pico que llevaba avanzados, Betty no consiguió escapar del Asesino del Zodíaco, quién hábilmente le dio cinco tiros, uno tras otro. Instantáneamente Betty se desplomó sobre su costado derecho: su cuerpo, ya sin vida, yacía bañado en sangre a 8.55 metros del parachoques trasero del Rambler (el auto de David). Entretanto, David agonizaba boca arriba en el coche, sintiendo como la vida se le escapaba en la sangre que salía de su cráneo perforado. Finalmente el asesino dio por concluida su labor y escapó en su coche, por lo cual David consiguió vivir un poco más antes de que la muerte lo sorprendiera camino al hospital.
.Ferrin y Mageau, un romance interrumpido por las balas
Fue un viernes 5 de julio de 1969 cuando Darlene Elizabeth Ferrin de 22 años y Michael Renault Mageau de 19 fueron atacados por el Asesino del Zodíaco.
Era un “secreto a voces” el hecho de que Darlene fuera una esposa infiel que tenía varios amantes, uno de los cuales era Michael Mageau. Aprovechando el 04 de julio, Darlene había quedado en salir con Michael.
No faltaba mucho para la media noche cuando Darlene llamó a la niñera y le preguntó si podía quedarse más tiempo con su hija Dena, ya que ella tenía que salir de nuevo, supuestamente para comprar los fuegos artificiales que su esposo le había pedido. La niñera aceptó y Darlene fue a recoger a Michael para ir a pasar un buen rato cerca del campo de golf de Blue Rock Springs, lugar donde por las noches era frecuente observar autos estacionados con parejas engolosinadas.
No obstante, apenas pasado un rato desde que la pareja arrancó rumbo a Blue Rock Springs, de entre las sombras de la calle arbolada surgió un vehículo que empezó a seguirlos con inquietante insistencia.
Eran aproximadamente las 23:55 de la noche y el coche persecutor los seguía a gran velocidad. Darlene giró varias veces para despistar al coche pero el Asesino del Zodíaco era demasiado hábil como para dejar ir a sus jóvenes presas. A pesar de eso Darlene consiguió llegar al campo de golf de Blue Rock Springs, mas a causa del nerviosismo que la embargaba chocó contra un tronco de árbol y el auto se apagó, quedándose estancado a unos veinte metros de la entrada al campo de golf. Normalmente hubiese habido otras parejas en sus coches, pero esa noche era 4 de julio y la gente festejaba en familia, por lo que los dos jóvenes adúlteros eran los únicos en medio de aquel oscuro y extenso lugar.
Solos, en medio de la noche, Darlene y Michael vieron que el auto persecutor se aproximaba y se estacionaba a la izquierda, a unos dos metros y medio. Era como si la muerte se hubiera estacionado a su lado, anunciando así su proximidad. Por un momento la pareja sintió un gran e ilusorio alivio al ver que, tras un momento, el auto intimidante se había marchado a toda velocidad. Pero, transcurridos unos cinco minutos, el coche acosador volvió, parqueándose esta vez en tangente por detrás de ellos, justo como hacían los vigilantes de tránsito para bloquear el paso…
De pronto una luz brillante e intensa los iluminó desde el otro vehículo. Momentáneamente Michael y Darlene se tranquilizaron creyendo que se trataba de algún policía. El sujeto salió del auto y fue hacia ellos, acercándose hacia el lado del copiloto ya que la ventana de ese lado estaba con el vidrio bajado. La luz apuntó al rostro de Michael y seguidamente se oyó el primer disparo de los cinco que hirieron gravemente a Darlene y Michael, quien cometió el error de gritar de dolor después de que el Asesino del Zodíaco hubiese emprendido la marcha de regreso a su auto. Así, al escuchar el grito de Michael, el asesinó se volvió y dio cuatro tiros más: uno que falló, dos que acabaron con la vida de Darlene y un último tiro que hirió a Michael.
Después de que el asesino escapara lentamente en su auto para no llamar la atención, a duras penas Michael alcanzó a arrastrarse fuera del auto con las mejillas y la lengua perforadas por la bala que afortunadamente no atravesó su cerebro. Tras un rato aparecieron tres adolescentes que se encargaron de llamar a la Policía y a los servicios médicos. Michael, que logró sobrevivir, recuerda claramente que el asesino era blanco, corpulento, que usaba gafas, tenía entre veintiséis y treinta años y el cabello castaño claro, corto, rizado y con estilo militar.
.Macabras llamadas
No contento con el crimen de Michael y Darlene, esa misma noche el Asesino del Zodíaco acudió, a las 00:40 am, a una cabina telefónica ubicada a poca distancia del lugar al cual llamaba: la Comisaría de Vallejo. La telefonista Nancy Slover, que fue quien le respondió, contó que la voz del asesino era regular, carente de acentos y altibajos, a la vez que suave pero enérgica. Las palabras iniciales del asesino fueron estas: “Quiero informar de un doble asesinato. Si recorren un kilómetro y medio en dirección este por la avenida Parkway hasta el parque público, encontrarán a dos jóvenes en un coche marrón”. Impresionada, Nancy intentó interrumpirlo para sacarle datos pero el asesino habló más fuerte y siguió hasta concluir en un matiz grave y provocador con las siguientes palabras: “Han sido abatidos con una Luger de 9 milímetros. También maté yo a los chicos del año pasado. Adiós”.
Entretanto Dean, el esposo de la fallecida Darlene, acababa de salir del Caesar’s Palace (ahí trabajaba) y se dirigía a su casa junto con algunos colegas y unas cuantas botellas adecuadas para celebrar el 04 de julio. Al llegar, Dean vio que Darlene no estaba y poco después el teléfono sonó a las 01:30 de la madrugada. Un amigo de Dean contestó la llamada pero solo escuchó unos jadeos. Lo mismo sucedió con los padres de Dean, quienes quince minutos después recibieron una llamada en la que solo escucharon jadeos. Finalmente el teléfono volvió a sonar en casa de Dean y los jadeos volvieron a oírse. Dean habría querido que se trate de algún bromista, pero los policías que llegaron a su casa, poco después de los jadeos en el teléfono, le informaron que su querida e infiel esposa había sido asesinada, quedando así claro que aquellos angustiantes jadeos debían pertenecer al asesino de Darlene…
.Las primeras cartas del asesino
Las primeras cartas del misterioso asesino aparecieron un viernes 01 de agosto de 1969, fueron casi idénticas entre sí y tuvieron por destinatarios a tres periódicos: The San Francisco Examiner, San Francisco Chronicle y Vallejo Times-Herald. En cada una de esas cartas el remitente se adjudicaba los ataques a los cuatro adolescentes, daba detalles de esos ataques, incluía una sección escrita en lenguaje cifrado y firmaba con el signo que habría de caracterizarlo: el círculo tachado por la cruz.
Pero el asesino no solo quería informar sobre sus crímenes: quería protagonismo, exigía atención y su forma de hacerlo no era nada amable: cada periódico debía publicar la carta que había recibido ese mismo viernes por la tarde. De lo contrario las consecuencias serían graves: doce personas, elegidas al azar, morirían ese mismo fin de semana.
Evidentemente cabía la posibilidad de que se tratara de algún farsante ansioso de protagonismo; pero, con las muertes que ya se habían dado supuestamente a manos del remitente de esas cartas, los diarios no podían arriesgarse a dejar que muera gente inocente. Aunque también la publicación de esas cartas era conveniente para los diarios ya que representaba la oportunidad de, sin riesgo a ser mal vistos, brindar una noticia sensacionalista con gran potencial de trascendencia. Por todo eso las cartas se publicaron (aunque no íntegramente por pedido de la Policía) y así comenzaron los intentos por desentrañar el sentido de los mensajes cifrados que el asesino había incluido en sus comunicados.
.Descifrando los códigos del asesino
Cada periódico se había encargado de mandar a la Policía fotocopias de la carta recibida con el mensaje cifrado. La tarea no parecía ser fácil pues cada tercio del mensaje cifrado tenía ocho líneas con diecisiete símbolos por línea y, a su vez, los símbolos eran demasiado variados: símbolos griegos, meteorológicos, símbolos de código Morse, señales marítimas, signos astrológicos y letras del alfabeto ordinario.
Al final, la identidad de quienes descifrarían los códigos sorprendería a los expertos de la Inteligencia Naval, la CIA y el FBI. Entretanto ya el jefe de la Policía de Vallejo, Jack E. Stiltz, se había encargado de solicitar públicamente al autor de las tres cartas que mandara otra carta con más datos para demostrar que él era el asesino. La respuesta fue escalofriante y llegó con prontitud el 4 de agosto de 1969, apenas tres días después de las cartas dirigidas a los diarios. Allí, en estas nuevas cartas, el asesino revelaba que su identidad estaba en los códigos anteriores y daba detalles de los crímenes que solo él podía conocer, detalles sobre cuya veracidad la Policía tenía certeza, detalles que se habían reservado y no habían sacado a la luz… Además, por primera vez el asesino se autodenominaba como “Zodiaco”, tal y como se ve en este fragmento de la carta (de 3 páginas en su totalidad) dentro del cual está incluido el inicio: ‹‹Estimado director, Zodíaco al habla. Respondiendo a su petición de más detalles sobre lo bien que me lo he pasado en Vallejo, estaré encantado de darle más material. Por cierto, ¿se está divirtiendo la Policía con el mensaje cifrado? Si no, dígales que se animen; cuando lo descifren me tendrán. Con respecto al 4 de julio: no abrí la puerta del coche, la ventanilla ya estaba bajada. El chico al principio estaba en el asiento delantero cuando empecé a disparar. Cuando le disparé por primera vez a la cabeza, se echó hacia atrás al mismo tiempo y así me estropeó el tiro. Terminó en el asiento de atrás, luego en el suelo agitando muy violentamente las piernas; por eso le disparé en la rodilla. No me marché del escenario del crimen derrapando a toda velocidad como han dicho los periódicos de Vallejo. Me fui lentamente para que mi coche no llamara la atención. El hombre que le dijo a la Policía que mi coche era marrón, era un negro de unos 40-45 años vestido de manera andrajosa. Yo estaba en una cabina telefónica divirtiéndome con el poli de Vallejo mientras él pasaba. Cuando colgué el teléfono, el puto aparato se puso a sonar y eso hizo que él se fijara en mí y en mi coche. Las Navidades pasadas: En ese episodio la Policía se preguntaba cómo podía acertar a mis víctimas disparando en la oscuridad. No lo dijeron abiertamente, pero lo dieron a entender diciendo que había mucha luz esa noche y que yo podía ver siluetas en el horizonte. Una idiotez, esa zona está rodeada de colinas y árboles altos. Lo que hice fue pegar una linternita fina al cañón de mi pistola. Si se fijan, en el centro del rayo de luz, si lo dirigen a una pared o un techo, verán un punto oscuro o negro en el centro del círculo de luz a unos siete o quince centímetros de distancia. Cuando está pegado al cañón de una pistola, la bala da directamente en el centro del punto negro de la luz. Yo sólo tuve que acribillar a balazos… No hacía falta destreza››. Entre otras cosas, en la citada carta Zodíaco había escrito que “le tendrían” cuando descifrasen el código. No sabía que su código ya había sido revelado casi por completo por los Harden, una brillante pareja. Sin embargo, lo poco que faltaba por descifrar impedía aún conocer su identidad.
En cuanto a la historia de cómo los Harden descifraron el código, esta es como sigue:
Donald Gene Harden tenía 41 años, era profesor de Historia y Economía en el instituto North Salinas y adoraba descifrar claves desde que era un niño. Él había leído las cartas que el asesino obligó a publicar a los tres diarios y, siendo un domingo de mañana en el que no tenía nada qué hacer, optó por recurrir al criptograma de Zodíaco para huir del aburrimiento. Entonces tomó su viejo manual de Criptografía y puso a trabajar sus neuronas. Tras mucho cavilar, concluyó que se encontraba frente a una “clave de sustitución”, donde cada letra del alfabeto era sustituida por un símbolo, una letra o una figura. La dificultad radicaba en que el asesino había utilizado tantos y tan variados símbolos que era prácticamente imposible sustituir uno por uno, por lo que el profesor Harden tuvo que idear su propio método para hallar elementos iguales, patrones y relaciones. Aparentemente no había manera de saber el orden entre las diversas partes del mensaje o las interrupciones entre las palabras que el mensaje cifrado representaba. Estuvo así tres horas trabajando intensamente sin descifrar el mensaje, hasta que la curiosidad de su esposa Betty June Harden fue despertada y ella se unió en la búsqueda de la solución. Con el aporte de Betty las cosas empezaron a marchar más rápidamente pero aún así la noche llegó sin que el misterioso código fuera descifrado. En aquellos momentos Donald se sentía cansado y deseaba dejar la tarea para el día siguiente, pero la obsesión y la ansiedad de Betty por descifrar el código eran tales que ésta siguió trabajando sola por cierto tiempo hasta que Donald se contagió del interés y se decidió a acompañarla. Entre las diversas hipótesis formuladas en el trabajo indagatorio de la pareja, una que resultó válida y de importancia determinante fue aquella que, suscitada en parte por la intuición psicológica, formuló Betty en relación a lo que debía ser el inicio de mensaje cifrado: a saber, Betty creía que el asesino, al igual que tantos otros asesinos seriales, debía ser tan egocéntrico como para iniciar el mensaje con un “yo”, y además, casi de seguro la primera frase sería algo como “me gusta matar”. En efecto, todo comenzó a marchar mejor cuando se probó con “I like killing people” como frase inicial. A su vez, mientras avanzaban los Harden vieron que la perversidad intelectual del asesino era tal que había hecho cosas como estas: escribir el símbolo de la Q al revés para hacer pensar que era una E, cometer faltas ortográficas que casi seguramente eran intencionales, emplear siete símbolos distintos (mediante un sistema de rotación) para la E y hacer que dos símbolos puedan ser la A o la S indistintamente. Adicionalmente a eso, al parecer el asesino había aplicado mal su propia clave en ciertos puntos del mensaje, lo cual también podría ser intencionado. Pese a tantas dificultades, tras veinte horas de trabajo los Harden llegaron a la conclusión de que la casi totalidad (nunca pudieron descifrar la última parte) del mensaje debía ser literalmente (en inglés y con las faltas ortográficas que cometió el asesino) así: ‹‹I LIKE KILLING PEOPLE BECAUSE IT IS SO MUCH FUN IT IS MORE FUN THAN KILLING WILD GAME IN THE FORREST BECAUSE MAN IS THE MOST DANGEROUE ANAMAL OF ALL TO KILL SOMETHING GIVES ME THE MOST THRILLING EXPERENCE IT IS EVEN BETTER THAN GETTING YOUR ROCKS OFF WITH A GIRL THE BEST PART OF IT IS THAE WHEN I DIE I WILL BE REBORN IN PARADICE AND THEI HAVE KILLED WILL BECOME MY SLAVES I WILL NOT GIVE YOU MY NAME BECAUSE YOU WILL TRY TO SLOI DOWN OR ATOP MY COLLECTIOG OF SLAVES FOR MY AFTERLIFE EBEORIETEMETHHPITI››. Traducido y sin faltas ortográficas, el mensaje anterior significaría algo como esto: ‹‹Me gusta matar gente porque es muy divertido. Es más divertido que cazar animales salvajes en el bosque porque el hombre es el animal más peligroso de cazar. Algo hace que sea la experiencia más emocionante, es incluso mejor que coger con una chica. Lo mejor es que cuando muera renaceré en el paraíso y los que he matado serán mis esclavos. No diré mi nombre porque intentarían reducir o parar mi colección de esclavos para el más allá EBEORIETEMETHHPITI ››.
Una vez descifrado el código, Donald Harden llamó al director en horario nocturno del San Francisco Chronicle y le informó que había resuelto el misterio, sin embargo la reacción del director fue desmotivadora y poco entusiasta ya que muchos otros habían mandado sus supuestas soluciones, por lo cual Harden tuvo que enviar por correo la solución para que ésta, junto con las demás supuestas soluciones, fueran a parar al sargento Lynch, quien se encargaría de mandar todo eso a profesionales capaces de determinar si las supuestas soluciones eran adecuadas. Sorprendentemente, los expertos de Inteligencia Naval examinaron el proceso que los Harden habían seguido y concluyeron que la solución era correcta. De hecho, tan perfecto era el proceso de los Harden que su solución se publicó y pasó a convertirse en la interpretación oficial e indiscutida de la parte del mensaje que consiguieron interpretar, cosa que jamás sucedió con la secuencia de letras “EBEORIETEMETHHPITI”, secuencia sobre la cual se han formulado múltiples hipótesis pero ninguna ha triunfado como respuesta segura e indiscutible.
.Shepard y Hartnell, asesinados por el verdugo del Zodíaco
El ataque a Cecilia Ann Shepard de 22 años y Bryan Calvin Hartnell de 20 tuvo lugar un 27 de septiembre de 1969 y fue, de entre todos los crímenes del Asesino del Zodíaco, el más emblemático de todos en tanto que aquel fue el episodio criminal del que surgió la imagen más representativa y recordada del Asesino del Zodíaco, no solo por su impactante naturaleza sino porque ésta era un claro símbolo de la esencia oscura y enigmática del psicópata que se escondía tras el inquietante y perturbador disfraz empleado ese fatídico 27 de septiembre de 1969…
Aquel día, a orillas del Lago Berryessa (cerca de Napa, California), Cecilia y Bryan disfrutaban de un picnic bajo la sombra de dos robles que, aislados del bosquecillo, crecían sobre una península (en este caso, una parte de la orilla que sobresalía y se adentraba un poco en el lago). Era de tarde, no había gente alrededor y la brisa inundaba de frescura la serenidad del paisaje. Sin embargo en medio de toda esa paz algo despertó una ligera inquietud en Cecilia: a lo lejos, al otro lado del agua que rodeaba el lado derecho de la península, se veía una silueta que, pese a presentarse borrosa por la distancia, dejaba entrever que se trataba de un hombre corpulento de cabello castaño. De momento el hombre desapareció metiéndose en un bosquecillo, pero poco después salió del bosquecillo y empezó a caminar lentamente hacia ellos…
Atemorizada, Cecilia se había volteado y veía que la figura estaba cada vez más cerca y que su aspecto no era nada tranquilizante, aunque lo peor estaba por venir. Así, de pronto una ráfaga de viento le metió polvo en el ojo y ella perdió de vista al desconocido por un momento. Bryan, que estaba relativamente calmado, ni siquiera se había preocupado por voltearse a ver qué hacía el extraño, hasta que un ruido de hojas crujiendo le llamó la atención y entonces notó que el extraño se había parado detrás del otro roble, ubicado a unos seis metros a la derecha de Cecilia, quien tras breves instantes acabó con la tranquilidad a la que Bryan había vuelto: “¡Dios mío, lleva una pistola!”, exclamó ella y entonces Bryan, mirando por el rabillo del ojo, vio a la izquierda una figura negra que los contemplaba en silencio.
En el breve lapso que estuvo parado detrás del otro roble, el hombre corpulento se había puesto un traje que mostraba con claridad qué era y a qué había venido… Su apariencia era la de un verdugo. Tenía una capucha ceremonial negra y cuadrada, cosida por los lados y plana en la parte de arriba. La capucha, que en la parte de la cabeza apenas tenía aberturas para ojos (cubiertos por gafas) y boca, le bajaba por los hombros, no tenía mangas y le cubría el pecho con una pechera que, sobre el negro de la tela, tenía grabado en blanco un círculo tachado con una cruz griega cuyas puntas sobresalían del círculo. Aparte, el hombre llevaba mangas largas atadas en las muñecas, pantalones metidos en las botas, una especie de cuchillo de cómo 30cm en el costado izquierdo, una pistolera con la tapa abierta en el costado derecho y, por debajo de la cazadora, se veían sobresalir puntas de varias cuerdas de plástico blanco.
La figura tenía el brazo derecho extendido, apuntando con una pistola de color azul metálico. Se aproximaba hacia ellos con lentitud, como diciéndoles así que escapar era imposible. Ya bien cerca de ellos, que hasta el momento no se habían movido por el miedo que los consumía, la figura misteriosa habló con una voz monocorde que no era ni aguda ni grave, que denotaba tranquilidad y que parecía pertenecer a un hombre de entre veinte y treinta años. “Quiero el dinero y las llaves del coche. Quiero el coche para ir a México”, dijo la figura y Bryan le dio las llaves y el poco dinero que tenía, ante lo cual el encapuchado se guardó el dinero, tiró las llaves y se guardó la pistola. Bryan entonces le dijo que no tenía dinero, que no lo seguiría y que si necesitaba ayuda lo podía ayudar de otra forma, pero recuerda que el encapuchado le respondió algo como: “No. Tengo poco tiempo. Soy un preso fugado de Der Lodge, en Montana. Maté a un guardia de la cárcel. Tengo un coche robado y nada que perder. Estoy totalmente sin dinero. No te hagas el héroe conmigo. No intentes coger la pistola”. Después, apuntando con el cuchillo, el encapuchado sacó cuerda blanca y le ordenó a Cecilia que atase a Bryan, tras lo cual, una vez atado Bryan, él ató a Cecilia y apretó los nudos de Bryan para cerciorarse de que éste no huyera.
Estando atado, Bryan le preguntó a Zodíaco si el arma tenía balas, a lo que éste respondió abriendo la pistola y mostrándole que solo había una bala. “Voy a tener que apuñalarlos”, dijo Zodíaco tras ver la mirada sorprendida de aquellos dos jóvenes a los que había controlado con el temor a un arma que no tenía más que una miserable bala que bien podía haber fallado en caso de ser disparada.
Poniéndose por detrás de Bryan, Zodíaco se arrodilló y le empezó a apuñalar la espalda mientras Cecilia observaba aterrorizada e impotente con el rostro salpicado por la sangre de Bryan. Cuando el asesino levantó el puñal para atacarla, Cecilia reaccionó poniéndose boca arriba pero el asesino le hundió con rapidez el puñal en el abdomen, luego se lo clavó en cada pecho, en la ingle y nuevamente en el abdomen, y siguió así, hasta completar su símbolo (el círculo tachado por la cruz) con veinticuatro puñaladas…
Ya satisfecho con su carnicería, Zodíaco se paró, tiró el dinero y las llaves junto a los cuerpos de las víctimas, se alejó caminando calmadamente de la escena del crimen y después, cuando estaba en la carretera, se detuvo junto al auto de Bryan y grabó en la puerta del copiloto su símbolo y abajo del símbolo este mensaje: ‹‹Vallejo 12 – 20 – 68/7 – 4 – 69/Sept 27 – 69 – 6:30/by knife››. Después desapareció.
Entretanto Cecilia, bañada en sangre, seguía viva y había recuperado la conciencia. Ambos pidieron socorro a gritos y después Bryan se dio la vuelta para morder las cuerdas (resbalosas de tanta sangre) que ataban las muñecas de Cecilia. Con las manos libres Cecilia pudo desatarle las manos a Bryan y así ambos podrían moverse a gatas, aunque el hecho fue que estaban tan heridos que no tenían forma de hacer tal cosa y, si no hubiera sido porque un pescador chino y su hijo pasaron por ahí y los escucharon gritar, ambos hubiesen muerto.
Al ver la escena el pescador y su hijo pidieron ayuda y pronto llegaron dos barcas de los guardabosques, quienes a su vez llamaron a la ambulancia aunque ésta tardó casi una hora en llegar, tiempo este en el que las víctimas hablaron lo que pudieron sobre lo sucedido, ya que su estado era tan crítico que perdieron algunas veces el conocimiento y Cecilia, que era la que peor estaba, pedía con insistencia que la anestesien o le den algo para dejarla inconsciente. Una vez que llegó la ambulancia, Cecilia y Bryan fueron trasladados exitosamente al hospital, aunque una vez allí solo sobrevivió Bryan para contar los detalles, ya que Cecilia estaba tan mal con esas veinticuatro puñaladas que no pudo ser salvada ni con toda una noche de operaciones.
.Otra vez llamando a la Policía
Mientras sus víctimas agonizaban, Zodíaco, que estaba ya lejos, llamó a las 19:40 de la noche a la Comisaría de Napa. Dijo únicamente esto: “Quiero dar parte de un asesinato; no, de un doble asesinato. Se encuentran tres kilómetros al norte del cuartel general del bosque. Estaban en un volskwagen Karmann Ghia blanco. Soy el que lo ha hecho”.
.Paul Stine, última víctima confirmada de Zodíaco
El taxista Paul Lee Stine de 29 años fue asesinado por Zodíaco el día 11 de octubre de 1969. Su historia es la siguiente:
Paul Lee Stine estaba parqueado cuando lo llamaron para ir a la Novena Avenida. Era una noche bien iluminada, había algo de niebla y el tráfico avanzaba con lentitud a causa de la congestión. Al pasar por el restaurante Pinecrest un hombre robusto paró el taxi. El hombre entró, se sentó atrás y le pidió a Stine que lo llevara a la calle Washington y Maple en el barrio residencial de Presidio Heights. Stine arrancó.
En la calle Washington había varias mansiones a uno y otro lado. Ya en la intersección con Maple, el hombre le pidió a Stine que avanzara otra cuadra más y Stine accedió para finalmente detenerse entre dos árboles, cerca a la esquina de las calles Washington y Cherry, delante de la casa número 3898 de la calle Washington.
Una vez que se hubo detenido, el corpulento pasajero le puso a Stine una pistola en la mejilla derecha y le hizo un gancho en la garganta con el brazo izquierdo. Aterrado en los segundos previos al disparo, Stine intentó en vano librarse levantando la mano izquierda por encima de su hombro derecho. Sin demorar la ejecución, Zodíaco le dio un tiro que le perforó cónicamente el cráneo, fragmentándoselo en cuatro segmentos…
Después de eso, Zodíaco salió, entró de nuevo por la puerta del conductor y se puso la cabeza de Stine en el regazo mientras tomaba su cartera y le arrancaba un pedazo de camisa. Tras eso huyó, dejando el taxi en el lugar del crimen.
Lo que Zodíaco no sabía es que tres jóvenes lo habían visto desde la ventana del segundo piso de la casa que estaba frente al taxi, al otro lado de la calle. A las 21:58 los jóvenes llamaron a la Policía y hablaron de lo sucedido, describiendo al asesino como un hombre blanco de 25 a 30 años de edad, complexión robusta y el cabello cortado de cierta forma. El gran problema fue que, por el nerviosismo que embargaba la comunicación, el operador de la Policía anotó “adulto negro” en vez de “adulto blanco”.
Con increíble velocidad y tras la breve y nerviosa llamada, una patrulla policial que rondaba por el lugar se apareció en Washington y Cherry a las 22:00. Ahí la patrulla se detuvo cuando, en medio de la oscuridad y la niebla de aquella húmeda noche, vieron a un hombre robusto que caminaba lentamente hacia Presidio. Los patrulleros Donald Foukes y Eric Zelms llamaron con un grito al desconocido y le preguntaron si había observado algo extraño o sospechoso, a lo que el hombre robusto respondió diciendo con toda seguridad que había visto a un hombre que, blandiendo una pistola, corría hacia el este por la calle Washington. Los patrulleros tenían en mente que el criminal al que buscaban era un “adulto negro”, tal y como erradamente había anotado el operador cuando los jóvenes llamaron. Así pues, los patrulleros le creyeron al hombre blanco y robusto de oscuras ropas y se fueron hacia el este por Washington: nunca supieron que ese hombre era Zodíaco, el asesino que buscaban… Se sabe también que no lo llamaron para que se acerque al coche, que lo interrogaron breve y apuradamente y que no se fijaron en la sangre que, disimulada por las tinieblas de la noche y el color oscuro de su ropa, llevaba aquel hombre en su regazo. Después, cuando el personal llegó (a las 22:55) a la escena del crimen, se interrogó a los chicos y estos, ya más calmados, dejaron bien claro que el asesino no era negro: era blanco. De ese modo y tras que Donald Foukes y Eric Zelms supieron que el hombre al que dejaron ir era el asesino, en la Policía de San Francisco surgió una enorme obsesión por el llamado “hombre corpulento”.
.La carta confirmatoria
Justo el día siguiente al crimen, Zodíaco envió al diario San Francisco Chronicle una carta que borraba toda duda en cuanto a si él mató o no a Paul Stine: ‹‹Zodíaco al habla. Soy el asesino del taxista en la esquina de Washington con Maple ayer por la noche, para demostrado aquí está un trozo de su camisa manchado de sangre. Soy el mismo hombre que mató a las personas de la zona norte de la bahía. La Policía de S.F. me podría haber cogido ayer de noche si hubiera registrado bien el parque en vez de hacer carreras con sus motos a ver quién hacía más ruido. Los conductores de los coches tendrían que haber aparcado el coche y quedarse esperando en silencio a que yo saliera de mi escondite. Los escolares son buenos blancos. Creo que una mañana me voy a cargar un autobús escolar. Dispararé a la rueda delantera y luego liquidaré a los niños cuando salgan dando saltitos.››
Junto a la carta citada estaba un trozo de tela ensangrentada. Tras analizarlo, la Policía confirmó que la sangre en el trozo de tela enviado era realmente sangre del taxista Paul Stine.
.
Kathleen Johns: ¿realmente vio a Zodíaco?
Corría la noche de un 22 de marzo de 1970 y Kathleen Johns, con ocho meses de embarazo, iba en su auto junto a su hija de diez meses. Kathleen iba camino a reunirse con su madre cuando de pronto, en la carretera 132 de San Joaquin County, detuvo su auto luego de que el conductor de otro auto se detuviese para decirle que mire la rueda porque ésta se tambaleaba y aquello era peligroso. El hombre astutamente se ofreció para ajustarle los tornillos de la rueda, mas en realidad los aflojó y luego se marchó. Todo era parte de un plan.
No pasó mucho tiempo antes de que el neumático (la rueda) de Kathleen se aflojara, y entonces el sujeto, que lo había tramado todo y estaba cerca, volvió y se ofreció para llevarla a una estación de servicio. Ella accedió, abandonó su coche y se trepó en el vehículo del desconocido, pero éste, pese a que ya habían pasado por varias estaciones de servicio, no se había detenido en ninguna. Todo parecía sugerir que el sujeto la había secuestrado. El viaje con aquel extraño duró más de tres horas, llenas de silencio según contó Kathleen
Sin embargo en cierto punto del viaje el conductor se detuvo en una intersección y entonces Kathleen pudo escapar con su hija, corriendo a través del campo hasta hallar a un hombre que las ayudó llevándolas al departamento de la Policía local, en Paterson. Allí, en el departamento policial, ella vio un cartel con un retrato robot de Zodíaco. Al parecer la chica no había visto antes el supuesto rostro de Zodíaco en parte alguna y, en el momento en que lo vio, se sorprendió porque, según dijo a los policías, ese era el hombre que había intentado secuestrarla.
Tiempo después surgió una controversia que aún se mantiene en relación a si realmente Kathleen estuvo o no con Zodíaco. Dicha controversia parte de discrepancias como estas: 1) algunos testigos afirman que el auto de Kathleen fue movido e incendiado, mientras que otros afirman que nunca fue movido, 2) Kathleen le dijo al periodista Paul Avery que su secuestrador abandonó el auto para bajarse y buscarla a ella y a su bebé con una linterna, pero también Kathleen rindió dos testimonios ante la Policía y en cada uno de ellos afirmó que el sujeto no se bajó del vehículo a buscarla a ella y a su bebé. En todo caso, tiempo después Zodíaco envió una carta (más adelante se verá) en la que afirmaba que él era el que había estado ese 22 de marzo con Kathleen; pero, pese a esto y en parte porque era posible pensar que Zodíaco estuviese mintiendo, las dudas persistieron, sobre todo a causa de las mencionadas inconsistencias sobre ciertos puntos de lo sucedido.
.Zodíaco y sus “agradables botones”
Zodíaco siguió comunicándose durante 1970 a través de tarjetas postales y cartas que mandaba a la Prensa. En una de esas cartas, enviada al San Francisco Chronicle y fechada el 28 de abril de 1970, Zodíaco amenazó con poner una bomba en un autobús si el periódico no publicaba detalladamente sus escritos; y, además, expresó que quería ver que la gente comenzara a usar “algunos agradables botones Zodíaco” con su símbolo.
Pero el tiempo pasó y al parecer la gente no se tomó muy en serio al asesino, de modo que no usaron sus “agradables botones Zodíaco”. Esto molestó bastante a Zodíaco, por lo que el 26 de junio de 1970 envió otra carta al San Francisco Chronicle: ‹‹Zodíaco al habla. Me he disgustado mucho con la gente de la Bahía de San Francisco. No han cumplido mis deseos de verlos usar mis agradables botones Zodíaco. Yo prometí castigarlos aniquilando un autobús escolar repleto si no cumplían. Pero ahora la escuela está cerrada por el verano, así que los castigué de otra manera. Le disparé con una .38 a un hombre que estaba sentado en un auto estacionado.››
Lejos de obedecerle y usar sus bonitos botones, la gente de la bahía de San Francisco siguió apática ante el deseo vehemente que el asesino manifestaba por ver personas luciendo sus botones. Por eso Zodíaco envió otras cartas más:
Julio 24 de 1970:
‹‹Zodíaco al habla. Me siento bastante infeliz porque ustedes, gente, no usan mis agradables botones Zodíaco. Así que ahora tengo una pequeña lista, comenzando con la mujer y su bebé a las que les di un paseo bastante interesante por un par de horas, hace pocos meses atrás en una tarde que terminó conmigo quemando su carro donde las encontré››
Julio 26 de 1970:
‹‹Zodíaco al habla. Ya que no usarán agradables botones Zodíaco, qué les parecería si utilizan asquerosos botones Zodíaco. O cualquier tipo de botones Zodíaco que se les ocurra. Si no usan ningún tipo de botones Zodíaco, yo tendré (por encima de cualquier otra cosa) que torturar a todos mis 13 esclavos que espero para mí en el Paraíso. A algunos los ataré y los veré gritar y retorcerse desde las colinas. Otros tendrán astillas de pino clavadas bajo las uñas y luego arderán. Otros serán colocados en jaulas y alimentados con carne salada hasta que estén empachados, entonces yo los escucharé suplicar por agua y me reiré en sus caras. Otros serán colgados de sus pulgares y arderán en el sol, después yo los restregaré con profundo calor para que se calienten. A otros los dejaré que vivan y corran gritando alrededor. Y a todos los jugadores de billar, yo los dejaré jugar en una oscura mazmorra con los pies torcidos y los zapatos virados. Sí, yo tendré gran diversión infligiendo el más delicioso dolor a mis esclavos.››
.Aterrorizando al periodista Paul Avery antes de callar
El 27 de octubre de 1970 Zodíaco envió otra carta al San Francisco Chronicle. En ella amenazaba de muerte al periodista Paul Avery, quien trabajaba en el S. F. Chronicles y había estado publicando artículos en los cuales insultaba a Zodíaco. Aquella carta fue el detonante del inicio del fin de la carrera de Avery. Así, el periodista se obsesionó con la idea de que en cualquier momento podía ser asesinado por Zodíaco, por lo que iba a todas partes con una pistola y, en la profundidad de su angustia, empezó a beber en exceso, cosa esta que lo llevó a fracasar profesionalmente.
Después de sacar de juego a Avery mediante la intimidante carta, Zodíaco desapareció durante tres años y pico. Su silencio fue absoluto: no cometió crimen alguno, no envió cartas, no hizo llamadas, no dio señal alguna… Era un mutismo calculado y la Policía, sin pistas, terminó frustrada.
.Zodíaco vuelve a hablar en 1974
El 29 de enero de 1974, Zodíaco rompió su silencio de años cuando envió una carta en que elogiaba la película de El Exorcista y, entre otras cosas, decía que era “la mejor comedia satírica” que jamás había visto.
Después, el 14 de febrero del mismo año, Zodíaco envió otra carta al San Francisco Chronicle en la cual le explicaba al editor que las iniciales para “Ejército Simbiótico de Liberación” (SLA) significaban ‘mata’ (de matar…) si eran deletreadas en nórdico antiguo. Tras ser examinada, la autenticidad de la carta resultó dudosa y se pensó que lo más probable era que no haya sido escrita por Zodíaco.
El 8 de mayo de 1974 el San Francisco Chronicle recibió una carta en la que se presentaban quejas del film Badlands diciendo que constituía una “glorificación del asesinato” y que el periódico debía quitar de sus páginas la publicidad del film. La carta no estaba firmada por Zodíaco sino por “Un ciudadano”, pero la letra, el tono y el toque irónico, hicieron pensar que quizá había sido escrita por Zodíaco, aunque era bastante probable que no lo fuera.
Finalmente, el 8 de julio de 1974 el San Francisco Chronicle recibió una carta con quejas en las que se pedía al editor que pusiera al columnista Marco Spinelli en el “agujero infernal de donde vino” puesto que tenía un “serio desorden psicológico” en tanto que “siempre” necesitaba “sentirse superior”. La carta estaba firmada por un tal “Fantasma Rojo” y, si bien se ha sospechado que pudo ser escrita por Zodíaco, lo más probable es que no lo haya sido.
Después de esas cuatro cartas cuya autoría aún resulta dudosa excepto en el caso de la primera, el silencio volvió a surgir en torno a la figura de Zodíaco. Al menos hasta el año 1978.
.Antes de la desaparición final
El 24 de abril de 1978 el San Francisco Chronicle recibió una carta que muy probablemente era de Zodíaco. El diario la publicó al día siguiente de recibirla y en ella se podía leer: ‹‹Querido Editor: Zodíaco al habla. Estoy otra vez con vosotros. Dígales a todos que estoy aquí, que siempre he estado aquí. Ese cerdo citadino de Toschi es bueno, pero yo soy más inteligente y a lo mejor él se cansará y me dejará en paz. Estoy esperando una buena película sobre mí. ¿Quién hará mi papel? Ahora yo lo controlo todo. Atentamente: adivínelo››.
.Planteamientos en torno a un asesino que nunca volvió
Si algún asesino hace pensar en Jack El Destripador, ese asesino es Zodíaco: cinco fueron sus asesinatos confirmados, al igual que los asesinatos confirmados de Jack; ambos mandaban cartas en las hablaban de sus crímenes; y, sobre todo, a ninguno de los dos se capturó y de ninguno de ellos se supo jamás quién fue con certeza.
Las investigaciones que surgieron tras la desaparición de Zodíaco nunca consiguieron nada definitivo y, en una época en que el ADN y las tecnologías digitales dan a la Policía una ventaja indagatoria brutal frente al potencial evasivo del delincuente, Zodíaco probó al mundo que aún es posible la existencia de una mente lo suficientemente astuta y brillante como para burlar a los servicios policiales más avanzados, los de U.S.A. Fue pues por las dificultades halladas que la investigación sobre el caso Zodíaco fue catalogada como “inactiva” en el 2004, aunque a pedido de la indignada opinión pública fue reabierta en el 2007 y, al menos hasta la fecha (5 de octubre del 2012) de redacción de estas líneas, la figura del asesino continúa envuelta en el misterio.
Muestra de la fracasada labor policial es el hecho de que en varios años el Departamento de Policía de San Francisco investigó a 2500 sospechosos y no pudo confirmar a ninguno como el autor de los crímenes. Se plantearon incluso cosas tan disparatadas como que el terrorista Theodore Kacynski (Unabomber) o el famoso criminal Charles Manson podían ser el Asesino del Zodíaco. Por otra parte, el asunto de las víctimas no confirmadas tampoco pudo ser solucionado del todo en el sentido de que no se pudo afirmar con contundencia que tal o cual persona no fue víctima o sí fue víctima de Zodíaco. De ese modo y debido al caudal que representa todo lo no confirmado que se ha omitido sobre el asesino, resulta útil limitarse a una lista de los sospechosos (algunos ya se han barajado) más importantes y de las víctimas no confirmadas que siempre constan en los textos sobre el asesino:
1-Principales sospechosos
Marvin Bernell
Marvin se encargaba de programar películas en una sala de cine y de proyectarlas. Robert Graysmith, periodista obsesionado con Zodíaco, descubrió que la marca que Marvin usaba para marcar los rollos de las películas era igual al símbolo de Zodíaco, que en el techo de la sala de cine había un zodíaco pintado, que Marvin poseía una copia de la cinta sobre el Conde Zaroff (personaje asociado a Zodíaco) y que su letra se parecía a la del asesino. A la Policía le pareció que el signo para marcar rollos era no solo el de Zodíaco sino la representación estilizada de una mira telescópica, cosa que podía significar afición a los deportes de tiro u otras cosas. Por otra parte, nunca se pudo demostrar que la letra de Marvin fuese la misma que Zodíaco y jamás se halló nada que permitiese pensar que el tranquilo Marvin era el psicópata Zodíaco.
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Lawrence Kane
Lawrence Kane
Esta hipótesis fue una de las más absurdas y surgió de las sospechas de la hermana de Darlene Ferrin (asesinada por Zodíaco). Ella sospechaba porque Kane era corpulento como Zodíaco y había seguido a su hermana por meses antes del asesinato. El gran problema con la hipótesis era que Kane había sufrido un daño cerebral que, según los médicos, le quitó la capacidad para controlar la auto-gratificación. Además nunca se supo que Kane fuera un sujeto de inteligencia sobresaliente. Y entonces: ¿cómo podía mostrar ese autocontrol, esa frialdad, esa actitud planificadora capaz de hacerlo desaparecer y reaparecer, capaz de hacerlo suspender por largo tiempo algo tan gratificante como enviar cartas amenazantes a los diarios, cómo pues, si había perdido en 1962 la capacidad de controlar la auto-gratificación? ¿Cómo podía haber construido esos códigos tan complicados, tan dignos de una mente privilegiada? Nunca se probó que fuera intelectualmente brillante y siempre los hechos apuntaron a que no lo era, de modo que resulta extremadamente fantasioso creer que Kane fuera una mente a la altura de Zodíaco. Así, la hipótesis cae porque de seguro Kane no tenía el autocontrol de Zodíaco y casi de seguro no tenía una inteligencia brillante.
.Arthur Leigh Allen
De todos los sospechosos que ha habido, sin duda ninguno ha dado tantas razones para sospechar como Allen pues: 1) sabía de lenguajes cifrados pues los había aprendido en la Marina, 2) era superdotado ya que tenía un IQ de 137, 3) Se sospechaba que había violado a un niño, cosa que de ser cierta lo convertía en alguien malvado, como Zodíaco, 4) Su aspecto se parecía al de Zodíaco por la semejanza de su cara con el retrato robot del asesino y porque era también alguien corpulento y blanco. 5) Le gustaba matar, pues aunque nunca se supo que matara a alguien, adoraba el deporte de la cacería, 6) Dijo que el hombre era “el animal más peligroso de cazar”, afirmación que escalofriantemente se repetía en una de las cartas de Zodíaco, aunque bien podía pensarse en otras cosas que lo hicieran llegar a ese pensamiento, 7) Era solitario (como probablemente lo era Zodíaco), 8) era mentalmente insano, al punto de que sus parientes mostraban preocupación. El gran problema con Allen fue que sus huellas dactilares y su ADN no coincidían con los del asesino, factores estos que eran apenas dos pero tenían suficiente peso como para descartarlo.
.Bruce Davis
Bruce había sido miembro de La Familia, el grupo criminal de seguidores de Charles Manson. Bruce está actualmente en prisión pero en la década de los 60 se encontraba en el área de San Francisco, espacio en el cual Zodíaco había cometido sus asesinatos. Bruce fue descartado como sospechoso porque su letra no coincidía con la de Zodíaco, porque tenía el pelo demasiado largo (el retrato robot lo tenía corto) cuando Zodíaco cometió sus crímenes y porque no usaba gafas.
.Michael O´Hare
Michael era un destacado hombre de negocios y fue sospechoso en parte porque vivía cerca del lugar en que se dio el asesinato de Paul Stine. Fue rápidamente descartado debido a una prueba de ADN.
.Guy Ward Hendrickson
Deborah Pérez tenía 47 años y era hija de un difunto (1981) carpintero de Orange llamado Guy Ward Hendrickson. Deborah aprovechó la atención que, a raíz de la película Zodíaco (basada en el asesino), se generó en torno al asesino: así, en el año 2009 ella convocó a una rueda de prensa en la sede del diario San Francisco Chronicle, todo para declarar que su padre era el Asesino del Zodíaco. Entre otras cosas, Deborah dijo que había estado con su padre en dos de los crímenes —creyendo escuchar dos cohetes cuando en realidad eran dos disparos—, que había escrito una carta a nombre de su padre al abogado Melvin Belli, y que tenía en su posesión las gafas del taxista Paul Stine, las cuales realmente sí habían desaparecido de la escena del crimen. Posteriormente la Policía analizó las gafas y determinó que no coincidían con las de Stine, así como también sometió a Deborah a la prueba del polígrafo, en la cual ella falló de manera garrafal.
Por último era claro que Deborah era una persona un tanto trastornada que intentaba llamar la atención inventando cosas. Así, anteriormente Deborah había declarado que era hija ilegítima de John F. Kennedy, cosa que evidenciaba lo verdaderas que eran las declaraciones de su hermana según las cuales Deborah había pasado años en terapia psicoanalítica porque, entre otras cosas, se pasaba inventando recuerdos de cosas que nunca sucedieron y estaba obsesionada con el exhibicionismo, poniendo en Facebook y en otras páginas fotos provocativas para llamar la atención. Sin embargo, pese a lo anterior, Deborah contrató los servicios de una firma de relaciones públicas y se encuentra preparando un documental en el que muestra las supuestas pruebas de que su padre era Zodíaco…
.Richard Gaikowski
Richard nació en 1936 y fue médico en el Ejército de USA. De él se sospechó principalmente porque: 1) algunos investigadores vieron la abreviatura que Richard usaba para su nombre en ciertos códigos de Zodíaco 2) la hermana de Darlene sospechaba de Richard y lo había visto en el funeral de Darlene, 3) Richard vivía cerca de donde se cometieron los asesinatos, 4) Richard supuestamente había seguido (no se puede saber si fue por otros razones) a Darlene cuando ella se casó y se trasladó a Albany; y allí, en Albany, trabajó en un periódico que era rival del periódico en el que trabajaba el marido de Darlene, 5) Un operario dijo que la voz de Richard era idéntica a la que oyó en una llamada de Zodíaco durante 1969, 6) el rostro de Richard se parecía al retrato robot, 7) la escritura de Richard era bastante similar a la de Zodíaco. Como se ve, no eran pocas las razones para sospechar de Richard, sin embargo la Policía nunca le realizó una prueba de huellas digitales y el proceso de la investigación sobre Richard fue detenido porque supuestamente no había razones suficientes para que siga adelante. Una de las principales razones que se esgrimió contra la hipótesis de su culpabilidad fue la de que Richard no tenía conocimientos sobre lenguaje cifrado y, si bien era inteligente, al menos aparentemente no lo era en el grado necesario como para construir todo ese complicado sistema de código. Richard murió en el 2004.
.Jack Tarrance
En el año 2000 Dennis Kaufman declaró que su padrastro Jack Tarrance era Zodíaco. Entre otras razones porque su escritura se parecía a la del asesino, porque le había confesado que él era el asesino y esa confesión había sido grabada, y porque, entre las posesiones de su padrastro, Dennis había hallado un disfraz idéntico al de Zodíaco. El problema fue que esa confesión gravada pudo ser una farsa planificada, que el disfraz pudo ser fabricado para engañar y, sobre todo, que el ADN de Tarrance no coincidía con el de Zodíaco.
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2-Principales víctimas no confirmadas
.Robert Domingos (19 años) y Linda Evans (17 años):Ambos fueron asesinados el 4 de junio de 1963 por un arma de fuego. El crimen ocurrió en una playa cercana a Lompoc (California) y tuvo fuertes similitudes con el caso de Bryan Calvin Hartnell y Cecilia Ann Shepard, ocurrido un 27 de septiembre de 1969 en Lake Berryesa.
.Cheri Jo Bates (18 años):
El 30 de octubre de 1966 ella fue asesinada brutalmente (casi decapitada) por arma blanca en el Community College de Riverside (California). Tuvieron que pasar cuatro años para que el periodista Paul Avery (amenazado de muerte por Zodíaco) levantara sospechas sobre la autoría de Zodíaco, todo en virtud de determinadas similitudes entre las circunstancias de los asesinatos de Zodíaco y las circunstancias que rodearon el caso de Bates.
.Kathleen Johns (22 años):
Su caso ya fue expuesto arriba en este mismo artículo.
.Donna Lass (25 años):
Donna desapareció (nunca se supo con certeza que fuera asesinada) el 26 de septiembre de 1970 en South Lake Tahoe (California). Tiempo después (22 de marzo de 1971) el San Francisco Chronicle recibió una carta de Zodíaco en la que decía que llevaba 13 víctimas, aunque Donna debió ser la decimocuarta y no la decimotercera como se indicaba en la postal. Por esa y otras razones la Policía nunca creyó que se la pudiera ligar demasiado con el asesino y, en consecuencia, no se efectuó una investigación oficial.
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